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Descubre tus emociones.

¿Sabías que existe una relación entre nuestras emociones y las palabras que usamos para describirlas?

Durante estos días he estado leyendo el libro Permission to Feel (Permiso Para Sentir) del autor Marc Brackett, Ph.D. y he aprendido algo que me resulta sumamente interesante. La cantidad de palabras que usamos para describir las emociones varía significativamente de una cultura a otra, demostrando la importancia que se le da a este asunto en algunos lugares del planeta en relación con otros.


En algunas culturas existen palabras para describir emociones que no existen en otras. Por ejemplo, la palabra kvell en yídish se refiere al orgullo que sentimos cuando vemos a un niño lograr algo. Iktsuarpok es usada por los inuits para expresar el estado de impaciencia que se siente cuando se espera a un invitado a la casa, el cual nos hace salir constantemente a mirar si la persona ha llegado. Hygge, para los daneses, se refiere a la sensación que se experimenta al estar sentados alrededor del fuego rodeado de amigos en los días fríos de invierno. En árabe ya’arburnee expresa la esperanza de morir antes de la persona que amamos tanto, que sentimos sería imposible seguir viviendo en su ausencia.


Por otro lado, en lenguas como la tibetana, tahitiana, samoana y chewong no existe un equivalente para la palabra emoción. ¿Esto quiere decir que las personas que hablan estas lenguas no sienten emociones? Definitivamente no.


¿Sabías que hay investigaciones que demuestran que el solo hecho de nombrar nuestras emociones nos ayuda a tomar control sobre ellas? Esta es la razón por la que es tan importante desarrollar nuestro vocabulario emocional.


Cada palabra que se usa para describir las emociones expresa una intensidad emocional diferente. Por ejemplo, no es lo mismo sentirse triste que angustiado, afligido, o desconsolado. Tampoco es lo mismo feliz que emocionado o entusiasmado. Mientras más palabras usemos para describir nuestras emociones, con más exactitud y precisión podremos entender nuestro estado emocional y dárselo a conocer a otros.


Sin embargo, el vocabulario emocional de la mayoría de los adultos es bastante limitado. Y si el nuestro es limitado, ¿te imaginas qué tan limitado es el de nuestros hijos?


El primer paso para familiarizar a los niños con palabras que describan sus emociones es comenzar por nosotros mismos. Toma tiempo para buscar listas de palabras que describen emociones y comienza a practicar usándolas.


En segundo lugar, no desaproveches las oportunidades diarias que ponen a prueba tu capacidad de regulación emocional. En vez de actuar lo que sientes, practica expresarlo en palabras. Al hacerlo, no sólo contribuyes a ampliar el vocabulario de tus hijos, también te ayuda a regularte a ti mismo y a modelar estrategias saludables que ellos puedan imitar.


De la misma manera, comienza a prestarle atención a las emociones que ellos sienten y ayúdales a nombrarlas en voz alta.


Por último, busca libros apropiados para su edad sobre este tema, en los que los personajes enfrenten situaciones que evoquen una variedad de emociones y sean capaces de resolverlas de manera adecuada. Verás que en poco tiempo comenzará a aumentar su vocabulario y te asombrarás del efecto regulador que tienen sus propias palabras.


¿Sientes que tu hijo tiene emociones fuertes que no puede controlar? ¿Necesitas ayuda para guiarlo? Comunícate con nosotros al (210) 570 -3521o encuentra más información en

www.corazoncitosalegres.com


Lillian Matutes, LPC, RPT

10 de mayo, 2022

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